Romano Aspas
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Fue engendrado en Orión. Sus padres fueron inmigrantes y se conocieron en un planeta de esa constelación.
Iba a nacer allí, pero su padre quiso que naciera en Venus, porque en aquella época podría haber tenido problemas de nacionalidad para un futuro regreso. Así que nació en Venus.
Allí se crió, pero sus nubes estaban hechas de gotas de ácido sulfúrico y su temperatura en la superficie alcanzaba los 470 grados Celsius. No era un sitio muy agradable en el que vivir, la verdad.
Así que se mudaron a La Tierra. Allí empezó vendiendo pegatinas de los Beatles en los semáforos. Luego libros puerta a puerta, durmiendo en su coche.
De ahí fundó su propia editorial y pasó a convertirse en editor de facsímiles de libros y códices medievales, labor por la que ha conseguido el Premio Nacional.
Pero pronto empezó a esnifar agua de mar y a perder el control de sí mismo.
Un día entró desorientado al laboratorio de un científico que estaba probando su invento: Un par de cabinas que permitían la teletransportación instantánea de una cabina a otra.
Romano se teletransporta sin saber que ha entrado en la cabina transmisora con él Julio Iglesias y Pipi Estrada. A la cabina receptora llegó lo que hoy conocemos como Romano Aspas.
Dejó su trabajo y se hizo cantante.
Empezó humildemente, de manera normal, ilusionado, pese a que no arrancaba.
Después viró a un rumbo surrealista patético, ya que entendió que si no llamaba la atención de alguna manera nadie escucharía sus canciones.
Tenía planeado volver a su planeta una vez recopilada toda la información, pero no le dejaron volver.
Desde entonces vive atrapado en nuestro mundo.
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