Fútbol femenino

El fútbol femenino es un deporte en el que 22 jugadoras se reúnen en un estadio casi vacío para que las cámaras puedan confirmar que a estas cosas solo van sus familiares.

Aunque su existencia está oficialmente reconocida por la FIFA, todavía circula la teoría de que es en realidad un experimento social destinado a comprobar a cuánta basura pueden hacer tragar.

Historia

La práctica del fútbol por parte de mujeres tiene registros desde hace siglos, aunque durante mucho tiempo fue considerado un pasatiempo tan exótico como la lucha de enanos o el ajedrez acuático. 

En 1991 la FIFA, cansada de que nadie se tomara en serio sus reuniones de marketing, organizó la primera Copa Mundial Femenina. El evento tuvo una cobertura mediática tan intensa que los únicos que se enteraron fueron las jugadoras, el árbitro y un perro callejero que se coló al estadio.

Desde entonces, el fútbol femenino ha crecido en “popularidad”, una palabra que en este contexto significa que ahora los resúmenes aparecen en la sección de deportes de algunos periódicos, justo debajo del campeonato de petanca y al lado de los horarios de misa.

Estilo de juego

El fútbol femenino presume de tener menos fingidas lesiones y menos exageraciones que el masculino. Esto, según sus críticos, lo convierte en una versión menos entretenida, pues todos saben que el verdadero arte del fútbol está en revolcarse en el césped como si te hubieran disparado con un francotirador. Los partidos duran noventa minutos, pero la sensación del espectador es de 6 horas.

Las narraciones televisivas suelen compensar la falta de goles con grandes discursos: “¡histórico disparo a portería!”, justo antes de que la pelota salga disparada veinte metros por encima del arco.

Recepción

Los promotores del fútbol femenino lo describen como un espectáculo vibrante y en ascenso, aunque la asistencia promedio a los estadios sugiere lo contrario. La mitad de los espectadores suelen ser familiares de las jugadoras, mientras que la otra mitad son personas que entraron por error pensando que había un concierto. En televisión, las audiencias son tan reducidas que a veces ni los propios camarógrafos se quedan hasta el final del partido.

El debate eterno gira en torno a si es “igual” al masculino. Según algunos, sí lo es: los árbitros se equivocan igual, los comentaristas hablan de más y los hinchas terminan decepcionados con idéntica intensidad. Según otros, la diferencia está en la velocidad del juego y en la capacidad de llenar un estadio sin tener que regalar entradas con una hamburguesa.

Legado

El principal legado del fútbol femenino es demostrar que el marketing puede vender cualquier cosa como “histórica”, incluso un amistoso internacional con menos público que una clase de pilates a las seis de la mañana. Aun así, su existencia garantiza lo más sagrado del balompié: discusiones interminables en Twitter, titulares exagerados en la prensa y la esperanza de que “este año sí” alguien lo vea.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Paja y dos vasos de agua

Cecilia Sopeña