Plandemia

Una Plandemia es una conspiración mundial que busca controlar a toda la población humana a través del miedo para imponernos un nuevo Orden Jurídico y Social que recorta y suspende o anula todos nuestros derechos fundamentales. 

Luego, instalar nanotecnología, mediante las vacunas contra las enfermedades creadas, controlar la mente humana y hacer dinero.

Quienes están detrás de la agenda son las personas más ricas y poderosas del mundo, quienes se basan en el modelo de gobierno del partido comunista chino, con un régimen político dictatorial con la intención de secuestrar nuestro poder de decisión y libertad. 

Es tener a la población mundial como víctimas de un engaño profundo, el cual es diseminado por los medios e incluso nosotros mismos como cómplices involuntarios.

Historia

Determinadas élites de este planeta les interesa que se produzcan pandemias o al menos una gran crisis sanitaria que provoque un elevado nivel de pánico entre la población. Pero no estamos hablando de una pandemia mortal y descontrolada de carácter apocalíptico como la peste negra o las que nos muestran en las películas de Hollywood.

Nos referimos a un brote epidémico controlado que reúna una serie de características ventajosas para que la élite consiga sus fines.

Esa idea ya ha sido inoculada en el imaginario popular en los últimos años a través de las numerosas películas y series de televisión centradas en grandes epidemias que asolan a la humanidad y convierten a las personas en zombies.

La ficción cinematográfica y televisiva es utilizada frecuentemente como herramienta de manipulación mental de las masas y en este caso parece que la mente de la población ha sido programada para aceptar la aparición de una pandemia como algo plausible.

Beneficios que le ofrecería a las élites 

El primero sería sumisión completa a las autoridades. El pánico asociado a la expansión de una epidemia llevaría a la población a acatar e incluso exigir un mayor orden y control por parte de las autoridades con el fin de detener el avance de la enfermedad. Los diferentes gobiernos podrían imponer así un régimen de estricto control sobre sus ciudadanos y en muchos casos podría declararse la ley marcial que podría alargarse durante meses o años.

También abortar una posible revolución, prohibiendo incluso las manifestaciones. El momento de crisis sistémica actual ha conducido a muchos países del mundo al borde de la rebelión civil.

Una epidemia terminaría con todos estos movimientos de protesta, ya que el derecho a manifestación se vería restringido y se prohibirían las concentraciones masivas de personas por motivos sanitarios, produciéndose así una desmovilización social masiva.

El miedo al contagio provocaría un efecto de desunión y disgregación social a gran escala la desconfianza y el recelo dinamitarían por completo la posibilidad de crear agrupaciones basadas en la confianza mutua y la solidaridad entre iguales, mecanismos todos ellos potencialmente peligrosos para las estructuras de poder jerarquizadas actuales.

Se eliminan los disidentes. La epidemia permitiría realizar una purga discreta sutil y silenciosa de todas aquellas personas que pudieran resultar molestas a determinados gobiernos o intereses algo que no puede hacerse en condiciones normales sin despertar sospechas.

Se establecería el gran hermano tecnológico. El necesario control de la epidemia exigiría un monitoreo constante de todas las personas del planeta convertidas ahora en focos potenciales de la enfermedad. Los datos médicos de cada habitante deberían ser recogidos almacenados y centralizados con el fin de realizar un seguimiento constante de los focos epidémicos potenciales en tiempo real. Cada persona debería ir equipada con dispositivos fácilmente (radar o APP) que ofrecieran inmediatamente los datos identificativos de cada ciudadano a las autoridades, así como sus datos de carácter médico y biométrico de interés. Se multiplicarían los controles rutinarios en calles y medios de transporte como los aeropuertos, estaciones de tren metro y autobús. De esta manera toda persona sería susceptible de ser detenida analizada e inspeccionada por las autoridades siempre por supuestos motivos de seguridad sanitaria.

Habría vigilancia masiva ciudadana. La propia ciudadanía se convertiría en un órgano de vigilancia y represión de sus semejantes (policía de balcón).

La paranoia y el pánico asociados a la enfermedad conducirían a una vigilancia estricta de todas las personas que nos rodean. Se promovería la denuncia ante las autoridades de aquellos que presentaran síntomas de enfermedad y de aquellos que se negaran a pasar controles o a ser monitoreados y vigilados.

La eliminación del dinero físico o el intercambio de dinero en efectivo sería prohibido debido al riesgo de contagio. Se implementaría por vía de urgencia el pago electrónico en todo los ámbitos. Las autoridades tendrían entonces el poder de bloquear las cuentas de cualquier ciudadano en cualquier momento, lo que representaría un control absoluto sobre la población.

Se eliminarian dlos medios alternativos. Los ciudadanos presa del pánico reclamarían información inmediata fiable y práctica a las autoridades que encargarían la difusión de esas supuestas informaciones veraces a los medios de comunicación de masas. Se produciría un bloqueo informativo que impediría que los medios alternativos o contraculturales tuvieran acceso a información útil. Además las autoridades filtrarían bulos falsos a los medios alternativos y a las redes sociales con el objetivo de destruir su credibilidad ante la población.

Se establecerían gbiernos tecnocráticos. La población reclamaría que fueran los técnicos los científicos y los expertos y no los políticos.

La situación de emergencia de esta manera los comités de tecnócratas determinarían las políticas al llevar a cabo con frialdad y eficiencia.

El mundo entraría en un nuevo régimen tiránico (Nueva normalidad) en el que las personas serían consideradas simples datos estadísticos perfectamente sacrificables para poder cumplir con los protocolos establecidos por los tecnócratas.

Los debilitados sistemas sanitarios públicos de los países quedarían ante los enormes gastos generados por la epidemia. Para poder sostenerlos serían privatizados y su gestión recaería en las grandes empresas.

Las grandes compañías farmacéuticas se convertirían en los nuevos dioses a los que tendríamos que rendir culto.

Se establecería una Nueva normalidad. La aparición de una pandemia permitiría realizar un derribo controlado del sistema y una renegociación del sistema.

La aparición de una epidemia permitiría atacar encubiertamente a cualquier régimen o país que se mostrara díscolo o desobedecer a las directrices impuesta. por las élites las élites en el poder y apoderarse definitivamente de los recursos naturales de países en vías de desarrollo sin encontrar ningún tipo de oposición y realizar tareas de limpieza étnica o desplazamiento y reubicación de grandes masas de población.

Una epidemia global que provocará suficiente nivel de pánico podría representar un negocio de magnitudes prácticamente inimaginables, especialmente para las grandes corporaciones farmacéuticas.

Fases

Fase 1: crear una gran crisis pandémica. Principalmente debería tener dos características. Una, ser fácilmente controlable pero generar un elevado nivel de pánico.

Esta enfermedad debería ser muy infecciosa fácilmente y causar mucho temor entre la población.

Fase 2: atemorizar y angustiarnos a todos.

El brote debería estar controlado desde el principio, pero debería generarse un sentimiento de pánico artificial exagerando sus efectos reales a través de los medios de comunicación.

Además, las élites dispondrían de la vacuna desde el principio, ocultándola a la población para así ampliar su margen de negocio.

La lógica de esta maniobra es evidente. A más infectados más pánico y por lo tanto una mayor demanda de la vacuna y un mayor negocio cuando ésta se lanzara.

Para ello se inflarian los datos por las muertes por otras enfermedades. Incluso contabilizar los datos de pacientes cuidados intensivos sin especificar si están en ella por la pandemia o por otra cosa.

Los hospitales recibirían dinero si lo achacasen a la enfermedad. Para aumentar el caos se inventarian lo de los asintomáticos.

Paso 3: atacar las economías e industrias para hacer que los países se endeuden.

Paso 4: apropiarse de parte de su soberanía, riquezas y recursos. Finalmente atacarian la economía y el armazón político y nuestro modo de organización social. Nuestros valores y nuestras costumbres están en peligro. 

El miedo es el motor de cambio más eficaz. Nuevas compras de deuda, nuevos préstamos y rescates se avalarán con nuestro futuro y el de nuestros hijos, llevándonos a una esclavitud sin límites.

Una guerra encubierta cuyo objetivo es el control del planeta. El control de todos nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adrián Rodríguez

Paquirrín

El monaguillo