Pajero de Pompeya

Tomasus Turbadus, más conocido como El pajero de Pompeya, fue un ciudadano romano que se amaba más a sí mismo que a cualquier cosa.

Tan adicto era a darle a la sardina que le costó la vida.

Hay quien dice que fue el primero en probar La paja y dos vasos de agua, pero no hay pruebas.

Biografía

Nació en Manubrio, un pequeño pueblo de Pompeya. Hijo de Maríah Unpajote y Carmelo Casco, fue un niño normal y corriente. Por lo menos hasta los 15 años, que fue cuando se volvió adicto al sexo.

Era ver las estatuas de Venus y Afrodita y ponerse como una moto.

Su madre, preocupada por el bienestar de su hijo, decidió consultar al oráculo sobre el futuro de su hijo. Le dijo que estuviera tranquila que moriría feliz.

Del resto de su adolescencia no se sabe, ya que las páginas del pergamino donde se narraban estaban pegadas la una a la otra.

Juventud

En las siguientes páginas se dice que en sus años mozos tocaba la zambomba en el colegio. No se sabe si en un grupo musical o en el aula.

El caso es que acabó expulsado. Era muy intenso sexualmente hablando y estaba montado en el tren del sexo. Llegó un momento en que le daba igual hombre, mujer o cosa.

Últimos días

En una de esas, se dirigió al lupanar, pero por lo visto estaba la ciudad en llamas por culpa de la erupción de un volcán.

Como estaba todo cerrado se volvió a casa. Estaba en el tigre tan tranquilo y claro, seguía empalmado. Así que aprovechó para hacerse el amor.

Tan concentrado estaba que no se dio cuenta que la ciudad estaba en erupción en llamas y había lava volando desde la boca de una montaña como si el mismo dios griego Hades estuviera vomitando desde las profundidades del infierno.

Le dijeron que evacuase, pero él entendió que eyaculase.

Entendió lo que le dio la gana. Sus ganas de masturbarse eran tan fuertes que ignoraba esa lava que le estaba rodeando su cuerpo mientras se masturbaba muy concentrado hasta conseguir su propósito.

Aquello sí que fue una erupción volcánica y no lo que había fuera. El dolor que provocaba la lava ardiendo fue contrarrestado por el placer que generó la paja.

Murió, es cierto, pero murió haciendo lo que más le gustaba.

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