Escroto

El escroto es una estructura única que cuelga sin pudor entre las piernas masculinas desde tiempos inmemoriales, como una hamaca para los testículos. Su diseño fue claramente obra de un diseñador sin experiencia en ergonomía.

Su función principal es la termostatización de los testículos, o como se conoce coloquialmente, la neverita de espermatozoides. Porque, claro, los espermatozoides son tan finos que si subes medio grado de temperatura se deprimen, piden baja laboral y no fecundan nada.

Son como un globo de cumpleaños olvidado bajo el sofá. Rara vez son simétricos, siempre uno arriba y otro abajo.

No goza del protagonismo que merece. Mientras que el pene es celebrado, temido y hasta idolatrado en estatuas y grafitis, el escroto vive en la sombra.

A pesar de su relevancia biológica, su mención pública provoca incomodidad. Nadie dice: “Me sudan los escrotos”, aunque fisiológicamente sería lo correcto. En su lugar, la humanidad ha preferido sustituirlo con “Los huevos” (aunque no tengan cáscara).

El escroto sigue, firme pero flexible, recordándonos que a veces la parte más esencial del cuerpo cuelga. Es humilde, resistente y eternamente olvidado, como el tercer hermano que sostiene a las estrellas de la familia (los testículos) sin pedir aplauso alguno.

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