Hartman
El sargento de artillería Hartman, más conocido como Señor, fue un señor que vino de algún lugar entre el Infierno y la peor pesadilla de un recluta con sobrepeso. Su primer llanto rompió el sonido de la línea de producción de rifles M14 y, según testigos oculares, le gritó a la enfermera por respirar más lento.
Criado con dieta exclusiva de casquillos de bala, café hirviendo y cintas de Rambo, Hartman ingresó a la Infantería de Marina cuando tenía apenas 5 minutos de vida y a los 6 ya estaba insultando al instructor por no llevar las botas bien lustradas.
Como buen reformador de almas vacías, Hartman considera que su deber es transformar un saco de grasa llorón con cara de donut en una máquina de guerra con menos empatía que un cactus borracho.
Hartman no discrimina. Jamás. Para él, todos los reclutas son igual de basura. Da igual si eres negro, blanco, asiático, unicornio o hobbit: en cuanto pones un pie en su campo de entrenamiento, pasas automáticamente a la categoría de microbio irrelevante con aspiraciones ridículas.
Él no odia por razas. Él odia por deporte.
Hartman ha reinventado el coaching motivacional. Su estilo ha sido descrito como "una mezcla entre tortura emocional y poesía obscena".
Gracias a sus métodos, el 100% de los reclutas que sobreviven su entrenamiento logran algo impensable: odiarse a sí mismos lo suficiente como para disparar con precisión.
Hartman dejó huella en miles de jóvenes que pensaban que entrar al ejército sería como en Top Gun y descubrieron que era más bien Saw pero con cardio.

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