Hugo Silva

Si lo has mirado más de cinco
Mississippis, enhorabuena,
Estás embarazada 
Hugo Silva
es un actor español equivalente masculino de una infusión caliente con tetas. Gusta a todo el mundo sin saber muy bien por qué. Es el tipo que te cruzas en el metro y dudas si es actor, guitarrista, o el amante de tu terapeuta.

Tiene ese aura de “me duele algo, pero no te diré qué, porque así estoy más interesante”. Sale en revistas, en campañas de perfume, y en los sueños húmedos de media España.

Nacido en San Blas, ese rincón mágico donde el viento huele a calimocho y los bebés aprenden a jurar antes que a hablar. San Blas es también cuna de Belén Esteban, por lo que podríamos considerarlo una fallida zona de experimentación genética de Telecinco.

Nació con el don de la fotogenia, la voz ronca y la mirada intensa de quien ha dormido tres horas y está intentando recordar su nombre.

Antes de aprender a llorar en primer plano, Hugo empuñó la guitarra como si estuviera librando una guerra vikinga contra los acordes mayores. Formó parte del grupo Inordem, un grupo de heavy metal cuya música tenía la particularidad de ser escuchada únicamente por ellos mismos y sus primos.

Oficialmente, Hugo dejó la banda para "dedicarse a la interpretación", lo cual suena noble y vocacional. La verdad es que lo echaron por tocar con los botones de la camisa más que los trastes de la guitarra. Pero como en todo fracaso artístico, el marketing manda.

Su debut en la televisión fue una de esas experiencias que te hacen desear nacer en otra especie. En Crónicas Marcianas, Hugo se lanzó a hacer un playback tan malo que aún hoy se utiliza en escuelas de interpretación como material disuasorio. Ni siquiera el VHS quiso conservar la grabación; se autodestruyó por vergüenza.

La fama verdadera llegó con Los hombres de Paco, serie en la que Hugo interpretaba al típico policía que resuelve casos imposibles mientras mastica aire, mira al infinito y folla con intensidad argumental. Su personaje, Lucas, era un agente tan guapo que los delincuentes se entregaban por voluntad propia.

La serie tenía todo: acción, humor, drama y una tendencia preocupante al despelote gratuito. Hugo sudaba carisma y se convirtió en el primer sex symbol con acento de San Blas.

También protagonizó el engendro televisivo llamado Paco y Veva, una suerte de comedia musical que era a la televisión lo que el reguetón es a Bach. Allí cantaba y bailaba junto a Elena Ballesteros, y el resultado fue tan desconcertante que aún no se sabe si era una serie, una amenaza o un reto de TikTok del futuro.

Tras dejar la comisaría de Paco, Hugo se mete de lleno en el cine español intenso, ese donde nadie se peina, todo el mundo fuma y hay más silencios que diálogos. Aparece en pelis donde hace de todo: brujas, galanes, camioneros filósofos, soldados metafísicos y padres ausentes con torso presente.

Se convirtió en el actor que todos los directores quieren para que su película parezca más profunda de lo que es solo por su mirada de "sé cosas tristes pero no lo diré".

Empezó a usar barba en pantalla como si fuera una metáfora de sus emociones reprimidas. A veces hablaba en susurros, otras en jadeos. El espectador nunca sabía si quería besarte, matarte o ofrecerte un cigarro.

Hoy en día Hugo sigue haciendo cosas con la cara, que es lo que mejor se le da. Actúa, modela, y de vez en cuando lanza frases existenciales en entrevistas.

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