Alberto Sempere
Alberto Sempere Fue un cocinillas de afición, mártir de la nueva cocina y creador involuntario de uno de los mayores hitos culinarios del surrealismo español: el León come gamba. Este plato, mezcla entre zoología decorativa y pesadilla gastronómica, le valió la gloria efímera de ser vilipendiado a nivel mundialmente nacional... en su pueblo.
Según los expertos, el León come gamba representa el grito desesperado de una patata que quiso ser arte, pero acabó siendo meme. Como todo genio incomprendido, Alberto fue adelantado a su tiempo por varias décadas o atrasado, según la digestión.
Su receta pasó a la historia, a pesar de todos los esfuerzos para olvidarla. Actualmente se conserva en el Museo del Horror Gastronómico, entre la pizza con piña y el café torrefacto.
Biografía
Alberto Sempere nació en un día perfectamente prescindible del calendario gregoriano, en una localidad cuyo nombre ha sido omitido por razones de vergüenza ajena. Desde joven mostró un inusitado interés por la cocina, o al menos por colocar alimentos en platos con formas discutibles. Su familia, al ver su talento para convertir ingredientes nobles en obras de arte involuntario, lo animó a “buscarse un trabajo de verdad”.
A los 22 años, decidió participar en un conocido reality show culinario, cuyo nombre omitiremos por motivos legales, pero que suele incluir gritos, hornos y el uso de palabras como “emulsión” sin saber qué significan. Fue allí donde creó su magna opus: el León come gamba.
El León Come Gamba: Génesis de una Leyenda
El León come gamba es un plato que desafía las categorías estéticas y culinarias. Compuesto por una cabeza de patata cocida (con la textura de un calcetín sudado) sobre un cuerpo de tomate y acompañado de una gamba moribunda, el plato representaba... algo. Algunos dicen que era una crítica al capitalismo, otros que era un homenaje al Rey León, y los más realistas opinan que era una cena rápida antes del apocalipsis.
Cuando fue presentado al jurado, la reacción fue una mezcla de asco, risa y un suspiro colectivo que aún resuena en las cocinas más oscuras de la memoria colectiva.
Legado
Pese al escarnio, o quizás gracias a él, el León come gamba trascendió su origen. Pasó de ser un simple error culinario a convertirse en un símbolo de la rebeldía contra la alta cocina.
Hoy en día, existen festivales temáticos en su honor, versiones NFT del león (llamadas Gambalions), y hasta un cortometraje experimental donde el león se enamora de una croqueta vegana.
Declive y Fin
Tras el furor mediático, Alberto trató de reinventarse: abrió un restaurante temático llamado León Come Gamba Bistro, donde todo tenía forma de animales confusos. Duró 6 semanas.
Se retiró brevemente al campo, donde intentó criar patatas felices, pero fue denunciado por crueldad tuberculosa.
En un intento desesperado de recuperar la gloria, presentó el plato Orca come mejillón, que fue considerado “biológicamente ofensivo”. El fracaso definitivo llegó con La Tortuga se come a sí misma, una obra circular que los críticos llamaron “existencialista pero incomible”.
Finalmente, Alberto desapareció del ojo público. Se rumorea que vive en un faro abandonado, alimentándose de arroz con lo que haya, y esculpiendo animales tristes con puré.
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