Piloto del Helicóptero de Tulipán

Antonio Agapito Martí, más conocido como Agaputo fue un famoso informático y mayormente famoso por ser el piloto del Helicóptero de Tulipán.

Fue bautizado con gaseosa de limón dado que el frío congeló el agua bendita. Una ola de frío obligó a cerrar todas las capillas de la iglesia. Así que el cura improvisó. Para que no quedara impío lo bautizó con gaseosa.

Sus padres le pusieron el nombre de Agapito, pero se lo cambió el sargento de su quinta por que era una mierda de nombre de mariquita y de perro y que o bien era perro o mariquita.

Tuvo una infancia marcada por la humillación; un acné crónico que no dejó nunca de atormentarlo, la extrema sudoración de su cuerpo y un estrabismo que mareaba al mismísimo Jaques Cousteau.

A los 12 años estaba enganchado a la heroína. Nunca se perdía Shena, la princesa guerrera. Y luego se pinchaba.

Por razones desconocidas fue condenado a muerte y ya en la capilla recibió la noticia del indulto. Tal fue su reacción que se le cayeron el pelo y por si eso era poco, se quedó bizco.

Comenzó a trabajar de piloto de helicópteros. Su primera misión fue en 1983. Tulipán, harta de que sus productos se caducaran en los estantes de los supermercados, lo llamaron para venderlo en la entrada de los colegios en su helicóptero.
Al principio lo hacía a pie, pero por allí tenía su territorio el hombre que regalaba caramelos.

Ya en su helicóptero, los niños eran reacios a comerse algo que un señor desconocido traía.
Agaputo les obligaba a punta de pistola a comerse el bocata con la mantequilla, aunque otros eran previamente sobornados con sobres de cromos de fútbol.
Luego salían las madres, sobornadas también afirmando que desde que compraban Tulipán, sus hijos estudiaban más, su colada salía aún mas blanca y sus maridos ya no roncaban y no volvían borrachos a casa.
Finalmente le retiraron el carnet un día que estrelló el aparato en una torre de alta tensión estando bajo los efectos de una sobredosis de grasas vegetales enriquecidas con leche y vitaminas A, D y E.

Después de su etapa como piloto se dedicó a la informática. Fue el que le puso el nombre de Windows 7, por lo que sufrió un derrame cerebral y pasó sus últimos días de su vida dando palmaditas y sacando la lengua con los ojos bizcos.
Los informáticos del acelerador de partículas de Ginebra instalaron el Windows 7 de Agaputo en sus ordenadores y generaron un agujero negro que no para de actualizarse desde entonces.

Luego decidió hacerse atracador. En su primer golpe ingresó temprano al banco y exigió a las cajeras que le entregaran todo el dinero. El problema fue que ellas todavía tenían los cajones vacíos.

Totalmente furioso y frustado, se fue del banco con las manos vacías y mientras lo hacía le gritó a los presentes que les haría llegar una queja formal para hacerles saber a los directivos de la empresa su extrema insatisfacción. Un cliente llamó a la policia y a los pocos minutos fue apresado. Fue a la cárcel y el juez fijó unaa fianza que podría haber pagado si no fuera porque los incompetentes empleados del banco no hicieron su trabajo a tiempo.

Como no le gustaba las rectricciones de su libertad y poco confort, decidió fugarse. Fue descubierto intentando volver a entrar a la prisión de la que había huido. Al parecer quería ingresar con cigarrillos robados de un negocio cercano.

Cuando por fin cumplió la condena cogió un arma cargada y se dirigió a un hotel sin tener en cuenta el cartel que daba la bienvenida a 300 policías invitados a la conferencia de la Asociación de Oficiales Antinarcóticos. Una vez dentro del hotel, se dirigió al baño de hombres donde esperó a su víctima que sorpresivamente resultó ser un poli.

Lo detuvieron cuando intentaba subir a un taxi, pero no era tal, si no un furgón de la policia. Lo llevaron a la cárcel otra vez no sin antes darle una paliza de bienvenida, por gilipollas.

Una vez pasados los tropecientos años a los que había sido condenado, volvió a casa.
Un buen día dijo "¡ay, que me muero!" y cayó al suelo. La esposa reaccionó con incredulidad ante la situación e incluso pensó que se estaba echando una siesta. Creía que era una broma que quería gastarle a un niño que tenía un globo rojo en la mano.

Aunque los médicos aseguraron que una muerte como físicamente posible, su esposa insistió en que falleció haciendo el cafre y ese será el broche de oro a toda una vida dedicada a no afrontar los problemas con la dignidad de un hombre.

Años después salió de viaje para visitar a su hijo a Alemania sin acordarse que estaba muerto y cuando intentó renovar sus documentos se enteró de que había muerto diez años atrás. También se olvidó que le habían hecho la autopsia y lo enterraron y todo. Siempre fue muy despistado para esos detalles.

Fue acusado por la justicia por ir zombie por la vía pública y volvió a la cárcel hasta que un día decidieron que ya era hora de enterrarlo, que apestaba ya mucho.
Fue llevado a la funeraria para ser embalsamado y llevado al velatorio. la familia, amigos, curiosos y morbosos fueron al cementerio para despedirse y otros para reirse.

Pero la espera se alargó, un poco, bastante, mucho, demasiado. Finalmente se halló tanto el cuerpo de Agaputo como el coche en el aparcamiento de un hotel a las afueras de la ciudad.
Por lo visto seguía con amnesia y seguía sin acordarse de que estaba muerto. Los familiares hartos de él, se lo llevaron en volandas y trataron de incinerarlo en el jardín.
Al día siguiente se mostró cabreado, ya que le dijeron que era inmortal y no inflamable.

Gunther von Hagens compró el cadáver frito en su último proyecto.
No tardaron en llegar las acusaciones de indecencia por parte de los expertos y del propio Agaputo que seguía sin acordarse que estaba muerto.

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