Carlotta Sabina

Carlotta Sabina, más conocida en los bajos fondos como Carlota Senrrolla Quetécagas, es, según fuentes no confirmadas pero altamente entretenidas, la más enrollada de todas las sobrinas de Ábalos. Tan enrollada, que se enrosca en Paradores de España como si fueran spas espirituales de criptocoaching. Vendehumos de Instagram por el día, Clara de noche.

Sus inicios fueron humildes: camarera en bares con menú del día, hasta que un día descubrió el secreto del éxito: vender cursos sobre cómo hacerte rico sin trabajar mientras ella relamía ojete de Ábalos.

Saltó a la fama digital gracias a sus vídeos de “automación de ingresos pasivos con YouTube”, aunque, según fuentes cercanas, lo único que estaba verdaderamente automatizado era el blanqueo.

Sus primeras incursiones en el mundo del emprendimiento la llevaron a I Am Mastery Academy, un esquema de trading tan piramidal que Tutankamón habría aprobado su diseño. Como suele pasar en los esquemas Ponzi, llegó tarde, y lo único que ganó fue experiencia en fingir rentabilidad en Instagram.

Cuando el trading ya no colaba, lo intentó con el dropshipping. Pero para cuando lanzó su curso, el modelo ya estaba en plena decadencia, como el propio AliExpress. Los resultados fueron tan pobres que decidió cambiar de nicho a uno más “pasivo”: automatizar canales de YouTube. Ahí, por fin, encontró algo de éxito.

Gracias a sus técnicas de “automatización”, logró montar varios canales de YouTube generadores de ingresos y según rumores, también automatizó los canales delanteros y el trasero, en un claro esfuerzo por monetizar todo lo monetizable de su persona, ya que Tito Ábalos no la enchufó en ningún lado.

A sus seguidores les vende la imagen de una vida de lujo desde paraísos fiscales. En realidad, viajes baratos a países con buena luz, alquiler de deportivos por horas, fotos en áticos ajenos y cafés de 8 euros son su escenografía habitual.





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