Filosofía
Filosofía es la noble y acaso absurda disciplina que consiste en interrogar el universo, la existencia, el sentido de la vida y el precio del café, sin nunca ofrecer respuestas concluyentes.
Convierte el simple acto de pensar en un espectáculo infinito de dudas, argumentos contradictorios y ejemplos sacados de conversaciones con fantasmas. Es esa voz interior que no te deja dormir porque insiste en preguntarte.
Sus practicantes, los filósofos, son esos seres melancólicos y a menudo desaliñados que pasan horas debatiendo si la realidad es real, si el tiempo existe o si simplemente deberían haberse quedado en la cama. Con barba o sin ella, con libros bajo el brazo o no, su misión es clara: demostrar que todo es mucho más complicado de lo que parece y que la única verdad absoluta es que no hay verdades absolutas.
Es, en suma, el refugio para los que se niegan a aceptar respuestas simples, y el tormento para los que solo quieren saber qué hay para cenar. Un viaje sin destino, un laberinto sin salida, pero tan fascinante que seguimos entrando una y otra vez, a pesar de saber que solo saldremos con más preguntas, y probablemente con la duda de si el camino estaba allí o si lo inventamos mientras caminábamos.
La única certeza es que nunca entenderemos nada, pero eso no importa, porque la belleza está en el preguntar, no en el responder.
Así que si alguna vez te sientes perdido, confundido, o simplemente cansado de entender el mundo, recuerda: alguien más, en algún rincón oscuro con una taza de café frío y el ceño fruncido, también está filosofando sobre si esto tiene sentido. Y en esa compañía está el consuelo de la humanidad.
Sus practicantes, los filósofos, son esos seres melancólicos y a menudo desaliñados que pasan horas debatiendo si la realidad es real, si el tiempo existe o si simplemente deberían haberse quedado en la cama. Con barba o sin ella, con libros bajo el brazo o no, su misión es clara: demostrar que todo es mucho más complicado de lo que parece y que la única verdad absoluta es que no hay verdades absolutas.
Es, en suma, el refugio para los que se niegan a aceptar respuestas simples, y el tormento para los que solo quieren saber qué hay para cenar. Un viaje sin destino, un laberinto sin salida, pero tan fascinante que seguimos entrando una y otra vez, a pesar de saber que solo saldremos con más preguntas, y probablemente con la duda de si el camino estaba allí o si lo inventamos mientras caminábamos.
La única certeza es que nunca entenderemos nada, pero eso no importa, porque la belleza está en el preguntar, no en el responder.
Así que si alguna vez te sientes perdido, confundido, o simplemente cansado de entender el mundo, recuerda: alguien más, en algún rincón oscuro con una taza de café frío y el ceño fruncido, también está filosofando sobre si esto tiene sentido. Y en esa compañía está el consuelo de la humanidad.
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