Paz Vega

En esa curva
Morí yo
Paz Campos Trigo de maíz, conocida artísticamente como Paz Vega, es una actriz de series de chichinabo y cine de despelote.
Con buena apariencia pero una mala actriz con aires de diva.
Ha conseguido milagrosamente mantenerse e intentar vender que es buena actuando.
Si no fuese por su apariencia no se hubiese comido un rosco en su profesión. De lo otro seguro que se ha comido bastantes.

Biografía

Su verdadero nombre es Paz Campos Trigo, pero eligió como apellido artístico el de su abuela para evitar chistes sobre su nombre.

Comenzó estudios de Ciencias de la Información, pero decidió dedicarse a la interpretación. No se conoce si acabó los estudios en ésto, pero se deduce que no.
Cuando salió de su tierra y arrivó a Madrid se dejó caer por el mundo de las scorts de alto copete y que de ahí saltó a la TV.

Sus primeros trabajos los consigue en series de televisión chupi juveniles como Más que amigos, Compañeros o 7 Vidas, serie que por fín se dio a conocer su cuerpo serrano.

Su primer papel importante en cine fue el de Lucía en Lucía y el sexo en la que aparece desnuda en muchas ocasiones, argumento exencial para toda película española. Ahí quedo encasillada en papeles guarrindongos.

Su oportunidad como cantante de feria llegó con El otro lado de la cama, pero como desafinaba igual que el resto, pues como musical era una mierda empaquetada.

Se fue a EEUU creyéndose la nueva Penélope Cruz y su carrera en Hollywood se parece mucho a una lista de títulos directos a dvd. Renunciamos a hablar de su supuesto acento francés en The Spirit por el bien de nuestra salud mental.

Se casó con un ser inquietante. Un holgazán que era chico de compañía para damas y caballeros y se puso a parir como una coneja.
Empezó a darle al bisturí cosa fina y se cargó lo que le daba el pan.
Adelgazó mucho, demasiado y perdió esa frescura y esa gracia. Ahora tiene los ojos y las mejillas hundidas.

Para 2016 ya estaba acabada, incluso se creía que había muerto. Volvió a España pero no le daban papeles ni para fumar. Quedó para fotocoles, Pasapalabras, Masterchefs o imagen de una marca cutre de gafas para poder pagar el porrón de pasta que le debe a Hacienda.

No le quedó otra que aceptar un papel en Cuna de lobos, un culebrón mexicano impuesto por altos cargos de Netflix.
Una novela que fue icónica y que ninguna actriz mexicana acepto hacer.
Estuvo a punto de dejar la producción porque decía que la historia no tenía ni pies ni cabeza y era inverosímil. Sin embargo, no pudo echarse para atrás al haber un contrato firmado de por medio y una cuantiosa cantidad que ya se le había dado. Las críticas hacia ella fueron feroces. Iba de diva y que sus compañeros  no la aguantaban.

Para 2020 se esperan estrenos que pasarán desapercibidos, tanto como su carrera.

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