Ramón aranguena
Ramón Arangüena es un periodista que dice ser de Palencia. Evidentemente miente, ya que como todo el mundo sabe, Palencia no existe.
Este invento se debe a que se avergüenza de sus orígenes babianos.
Realmente nació en Babia y estuvo en Babia mucho tiempo incluso en la luna de Palencia Valencia.
Allí era un conocido delincuente. Tocaba todos los telefonillos y echaba a correr. En su casa era habitual que le interrogaran sus hermanos sobre si había guardado las gallinas en el corral, aún viviendo en un sexto piso o si quería guardar la cartera debajo del piano. No tenía piano y menos corral.
Fue buen estudiante en el colegio pero para sacar lo justo. En la universidad se ponía lejos. Tan lejos como la cama de su colegio universitario. Iba por ciencias puras hasta COU, pero sacó notas bajísimas en física y química. Le agarró el profesor de lengua, que se le daba mejor, y le dijo que no hiciera el tonto. Su idea era estudiar Arquitectura. Aquel profesor sin saberlo salvó muchas vidas. Aunque igual alguna idea tenía.
Pero tampoco es que lo hiciera mucho caso. Estudió imagen y sonido. Era aficionado a la fotografía y pensó que a lo mejor había una parte científica o técnica en la carrera. Está claro que se equivocaba.
Así fue su vida hasta que empezó a escribir cosas en revistas. Por alguna razón acabó de ayudante del Doctor Beltrán. Cuando la pila de cadáveres de pacientes empezó a ser muy grande, se buscó otro trabajo.
Lo primero que le salió fue de entrevistador. Quería ser astronauta o chico Almodóvar, pero se quedó a medias y se hizo periodista. Pero era tartamudo. Para quitarse la tartamudez masticaba piedras y pescaba salmones en Burgos. Una vez superada ésta, fue contratado en la radio como corresponsal de guerra en Babia. Tras una agria polémica con Iñaki Gabilondo, fue despedido.
Siguió viviendo en Babia hasta que un huracán arrasó la ciudad entera. Él permaneció inmóvil e impasible, como si fuera un espectador que, por culpa de haberse parado a comprar unas palomitas, hubiera llegado tarde al primer pase del desastre.
Emigró a Madrid y acabó en Lo+plus como colaborador y como presentador cuando Máximo Pradera la cagó marchándose a Antena 3. Pero el puesto no le duró mucho y lo pusieron otra vez de colaborador. Cuando pusieron a Manu Carreño de presentador se dió el piro.
Más tarde anduvo por diversos programas de televisión y radio que, o se cancelaron, o prescindieron de su colaboración. Acabó en Espejo público como colaborador, relatando las últimas hazañas de Paquirrín y cía.
Desde entonces nada o poco en televisión. Solo mira al infinito y espera al día de su muerte y así, llevarse consigo los motivos de su agria polémica con Iñaki Gabilondo.
Allí era un conocido delincuente. Tocaba todos los telefonillos y echaba a correr. En su casa era habitual que le interrogaran sus hermanos sobre si había guardado las gallinas en el corral, aún viviendo en un sexto piso o si quería guardar la cartera debajo del piano. No tenía piano y menos corral.
Fue buen estudiante en el colegio pero para sacar lo justo. En la universidad se ponía lejos. Tan lejos como la cama de su colegio universitario. Iba por ciencias puras hasta COU, pero sacó notas bajísimas en física y química. Le agarró el profesor de lengua, que se le daba mejor, y le dijo que no hiciera el tonto. Su idea era estudiar Arquitectura. Aquel profesor sin saberlo salvó muchas vidas. Aunque igual alguna idea tenía.
Pero tampoco es que lo hiciera mucho caso. Estudió imagen y sonido. Era aficionado a la fotografía y pensó que a lo mejor había una parte científica o técnica en la carrera. Está claro que se equivocaba.
Así fue su vida hasta que empezó a escribir cosas en revistas. Por alguna razón acabó de ayudante del Doctor Beltrán. Cuando la pila de cadáveres de pacientes empezó a ser muy grande, se buscó otro trabajo.
Lo primero que le salió fue de entrevistador. Quería ser astronauta o chico Almodóvar, pero se quedó a medias y se hizo periodista. Pero era tartamudo. Para quitarse la tartamudez masticaba piedras y pescaba salmones en Burgos. Una vez superada ésta, fue contratado en la radio como corresponsal de guerra en Babia. Tras una agria polémica con Iñaki Gabilondo, fue despedido.
Siguió viviendo en Babia hasta que un huracán arrasó la ciudad entera. Él permaneció inmóvil e impasible, como si fuera un espectador que, por culpa de haberse parado a comprar unas palomitas, hubiera llegado tarde al primer pase del desastre.
Emigró a Madrid y acabó en Lo+plus como colaborador y como presentador cuando Máximo Pradera la cagó marchándose a Antena 3. Pero el puesto no le duró mucho y lo pusieron otra vez de colaborador. Cuando pusieron a Manu Carreño de presentador se dió el piro.
Más tarde anduvo por diversos programas de televisión y radio que, o se cancelaron, o prescindieron de su colaboración. Acabó en Espejo público como colaborador, relatando las últimas hazañas de Paquirrín y cía.
Desde entonces nada o poco en televisión. Solo mira al infinito y espera al día de su muerte y así, llevarse consigo los motivos de su agria polémica con Iñaki Gabilondo.
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