José Velez

Qué mala suerrrrrte
José Velázquez Jiménez, más conocido como Pepe Gáfez José Vélez, es un cantante y gafe profesional.

Es conocido por el amor que profesa por su público. Ver un concierto de suyo puede resultar ciertamente empalagoso por los besos, abrazos, dedicatorias y demás horteradas que prodiga encima del escenario.

Lleva tantos años cantando como sin poder ver una lluvia de estrellas.
Allá vaya donde vaya esa noche hay nubes e incluso niebla. Y eso en el mejor de los casos. Inundaciones, tifones, incendios, terremotos y otras desdichas. Hasta ladillas se pilló una vez.
Es como una suerte de antena WiFi que distribuye su mal fario a todo aquel que esté bajo su cobertura.

Biografía

Nació en 1951 y pronto se puso a cantar. Pero también su gafe.

El hospital donde nació se cayó a pedazos. El cura que lo bautizó fue alcanzado por un meteorito.
El colegio donde fue, se derrumbó durrante un terremoto.

Pero su gafe parecía que pasaba desaparecido. Se fue haciendo conocido en su pueblo y luego en Canarias.

Ya por finales de los 60 se empezaron a dar cuenta y lo desterraron a Madrid. A partir de ese año el Real Madrid dejó de ganar Copas de Europa.

Pero nadie relacionaba aquello con él y se iba haciendo más famoso. Participaba en festivales que nunca ganaba.
Lo eligieron para Eurovisión y ya fue conocido por todos.
Presentó la canción Vulevudanséavecmua Bailemos un vals con traje de tres piezas blanco, con un rítmico vaivén pendular de hombros y caderas y con los brazos tan abiertos como los del Cristo de Sao Paulo.

Finalmente Alfonso Arús destapó su gafismo en el 92. Y a partir de ahí muchos ataron cabos.
Ya no le llamaban tanto, solo en su isla de nacimiento y para saber cómo estaba.

Entonces, con mucho tiempo libre, acompañado por tres coristas, buscó a su Michele, la mujer que desapareció tras un verano que suponemos movidito. O no le encontró o ella huyó según venía.

El Ayuntamiento de Telde, para evitar que desapareciera el único referente de su pueblo, lo metió en formol y lo tiene prisonero.

Desde entonces, Telde ha sido masacrado por incendios, rayos, impactos de meteoritos y a una señora le atacó un cachalote. Al ser evacuada en ambulancia, dicha ambulancia cayó por un barranco y fue a parar contra un señor que custodiaba el último lagarto gigante.

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