Massiel

Yo no llevo mascarilla agente
Yo no contagio, desinfecto
María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa, más conocida como La borracha Massiel, es una cantante conocida por tener la boca muy grande llena de dientes y ser la inventora del balconing y el Milenarismo la primera española en ganar Eurovisión.

Su vida se podría resumir en que nació, cantó el Lalalá, sacó un disco medianamente bueno y el resto, lo pasó borracha o de resaca. De hecho, en La Rioja no la dejan entrar, no vaya a ser que se la beba.

Ella sola ha tenido más cojones que toda la jauría pseudo progre antifranquista de forma retrospectiva. 
Un carácter curtido a base de las hostias que su madre le daba.
Defendió el divorcio, la píldora, la emancipación femenina y protestó contra el régimen de Franco con el caudillo vivo.

Aún así la eligieron para representar España en Eurovisión en sustitución de Serrat, que se había empeñado en cantarlo en esperanto.

Ganó el concurso, pero los progres se niegan a reconocer su éxito porque fue "En tiempos de Franco".

Tras ganar Eurovisión, Franco le concedió el Lazo de Isabel la Católica. Pero ella no quiso ir, ya que le quedaba muy lejos de casa (o del bar de la esquina) y que de todas formas le gustaba el pelo suelto.

Franco se lo tomó bien. Solo le mandó al servicio secreto con pistolas con silenciador que a un cuadro suyo le pintaron bigote y flequillo a lo Hitler y al abrigo de chinchilla pintaron una esvástica en color rojo.

Después de eso, sacó un disco bastante bueno y el resto discos de rancheras y corridos mexicanos y pasó del La, la, lá el Pi-Ri-Pí. De hecho, actualmente la DGT y la Guardia Civil la usa como código ("Tenemos una Massiel").
Ella lo de que la llamen alcohólica se lo toma bien. Con Moët & Chandon o Jack Daniels y El chico Martini.

Míticas son sus apariciones televisivas estando alegre de espíritu o en la boda de Rociíto, que iba más "agustito" que Ortega Cano.

Poco después cayó desde una ventana de su casa mientras limpiaba los cristales de las copas de vino. Se salvó porque el vecino tenía la pérgola puesta.

Hoy en día no sabemos donde está ni que hace. Ni ella misma lo sabrá. Cuando muera seguramente pida ser incinerada, solo por las risas imaginándose cuanto tiempo tardará en apagarse.

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