Ibai Llanos
Me lavo con un trapo atado a un palo |
Cuando se queda con hambre, llama a su amigo, Sezar Blue, el cual le sirve un niño frito o chortina asada.
Tuvo una infancia normal y corriente hasta que en una feria cayó en una marmita de ganchitos y chuches.
Creció muy bien en un pueblo de Las Vascongadas. Solo que en vez de hacia arriba, como todo el mundo, hacia los lados.
Las buenas gentes de aquel pueblo fueron desapareciendo una a una misteriosamente. Casi siempre coincidia cuando las despensas de comida estaban vacías.
Luego vivió solo y sin amigos, ya que también desaparecían uno a uno coincidiendo con la hora del almuerzo.
Tras su paso fallido como actor en series como Élite o El internado y pegar un meco a Paco de León, ontentó ser actor porno. Pero tras una escena fallida en Fakings en la que no se le levantó el pito, pilló una depresión.
Engordó a lo bestia cuando descubrió el sabor de las hamburguesas. Meses después pesaba 400 kilos y no podía salir de casa. Empezó a preocuparse seriamente por su salud el día que tuvo ganas de hacer pis y no se encontró el pito en ninguno de los pliegues cárnicos de su anatomía.
Solo se pudo ganar las judias narrando juegos para frikis sin vida hasta que en 2020 fichó por el club G2 Esports, donde pasó años sin un solo día, ni uno solo, de vacaciones, en una casa puesta por sus jefes para que produjera contenido sin parar desde ahí con jornadas interminables y sin horario.
Iba a irse a Andorra con ElRubius, pero no cabía en el avión. Tampoco en el tren. Y los taxis lo rehuian, así que se quedó en España echando espumarajos.
Su escena en Fakings |
Con el dinero que ganó, se ha comprado una mansión y trincado a Ester Expósito. Tambien un un perro husky que se merendó, ya que su proveedor de comida, Sezar Blue se retrasó en el reparto de carne fresca.
Cuando le preguntaron con insistencia por el perro se compró otro igual y otro de repuesto. Por si le entraba hambre.
Tras abandonar a Ester, tiene una relación con una tal Carmen, a la que llama la G3 Jefa. Seguramente no exista y sea así como llama a su muñeca hinchable o en el mejor de los casos, su mariliendre.
Y ahí sigue el hombre. Por lo menos hasta que revienten sus arterias y se quede su casa como la escena esa de Carrie.
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