Manuel Castells

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Manuel Castells es un sociólogo con pinta de vago subnormal, cara de zampabollos y un vende humos profesional que solo ha escrito en su vida cosas ideológicas.

Ocupaba la cartera del Ministerio de Universidades, el único ministerio sin competencias de la historia. Eso sin olvidar lo de su narcolepsia.

Ha sido profesor en numerosas universidades de todo el mundo. Su materia académica son un batiburrillo de humanidades, sociología, economía, política, etc. Todo pseudo-ciencias a cuyo lado la Astrología parece una ciencia exacta.

Estuvo amamantado en los senos de los CentroProgres de Poder NWO más feministas y endófobos de USA y bien cebado con subvenciones a lo largo de toda su carrera.

Es hasta posible que fuera brillante en sus primeros años, pero luego se debió dar a la bebida, al abandono generalizado y acabó siendo el cagarro que es hoy.

Al principio intentó entrar en política con aquella gilipollez del Partido X que no fue a ningún lado.

Por aquel entonces decía que Internet era el último reducto de la libertad. Pero cuando fichó por Podemos decía que Internet era muy peligroso y había que limitar lo que se puede decir en él.

Llegó a Ministro de Universidades en 2020 propuesto por los comunes de Ada Colau.

Necesitaban un hueco para poner a alguien de En Comú (entorno catalán de Podemos), y se inventaron este ministerio de chichinabo.

Poco les importó que ya existiese un Ministerio de Educación y que las universidades fuesen competencias autonómicas. El dinero público no es de nadie.

Desde entonces, trabaja menos que el ángel de la guarda de Carrero Blanco y compite con Pedro Duque por ser el ministro que menos trabaja. Hasta en su partido, Podemos, se descojonaban de lo poco que trabajaba. Estuvo más tiempo desaparecido que en primera plana.

Como mucho, se le pudo ver en el senado en pijama como si estuviera en su puta casa tocándose con una mano los huevos y con la otra acariciando al gato.

No pasaba por el ministerio y ni siquiera se reunía telemáticamente. Se supone que estaba haciendo una Ley de Universidades y que le faltaba consenso. Lo consensuaba en su casa mientras se tocaba el pito, por lo que se ve.

A lo mejor es por que creía que no merecía la pena, ya que el mundo iba a explotar o algo así.

Como mucho, anunciaba que iban a homenajear a Leopoldo Alas, "Clarín", el famoso escritor, fusilado por Franco por la tuberculosis, con carácter preventivo para evitar que lo mataran los franquistas años más tarde.

Aquello fue de tal el absurdo que debería haber sido expulsado ignominiosamente del cargo. Pero no, ahí siguío el tío, con dos cojones hasta que dimitió. Pedro Sánchez no se lo cargó en su remodelación del gobierno porque aun no quería problemas con los podemitas.