Trae acá, ya lo hago yo, puto subnormal
Trae acá, ya lo hago yo, puto subnormal es una frase que resuena en los corazones de quienes han tenido que lidiar con incompetencia ajena. Es una declaración de guerra pasivo-agresiva, una súplica disfrazada de orden y, sobre todo, el mantra del que ya está al borde del colapso nervioso.
No es solo una muestra de la eterna lucha contra la incompetencia, sino también un recordatorio de que a veces es más fácil hacerlo uno mismo. Pero no te engañes: detrás de cada persona que pronuncia estas palabras, hay un alma cansada, un héroe sin capa que solo quiere que las cosas se hagan bien… aunque tenga que morir en el intento.
Origen de la frase
Aunque muchos creen que esta expresión nació en oficinas llenas de gente que no sabe usar Excel, en realidad se remonta a tiempos prehistóricos.
Los primeros vestigios de esta actitud se encuentran en cavernícolas frustrados con sus compañeros por no poder encender una hoguera. El hallazgo de una roca con inscripciones rupestres traducidas como “Dame esa antorcha, Ug, eres un gilipollas” confirma esta teoría.
Durante la Edad Media, la frase tomó nuevas formas, como “Dejadme, villano, que lo hago yo”. En esa época, los imbéciles estaban principalmente en los gremios de carpinteros, donde arruinar una mesa podía llevar a un duelo a muerte, o peor, a una reprimenda de tu suegra.
El imbécil promedio
El imbécil al que se refiere la frase puede adoptar muchas formas:
- El colega de oficina: Este espécimen es conocido por sus presentaciones de PowerPoint con fuentes Comic Sans y gráficos que parecen hechos con crayones.
- El amigo inútil: Este ser, incapaz de abrir un frasco de mermelada, es la razón por la que terminas haciendo todo en una barbacoa mientras él “controla la música” (y pone reguetón malo).
- El familiar inútil: Especialmente común en cenas navideñas, cuando alguien intenta cortar el pavo con un cuchillo de mantequilla.
- El técnico improvisado: Aquella persona que cree que reiniciar el módem es magia negra.
El tono de la frase
El “Trae acá, ya lo hago yo, puto subnormal” no solo se dice, se interpreta. Tiene niveles:
- Sutil frustración: Aquí el imbécil aún no sabe que lo es.
- Irritación moderada: El imbécil ya sospecha que algo anda mal.
- Desprecio absoluto: A estas alturas, hasta las plantas de la habitación sienten pena ajena por el incompetente.
Aplicaciones prácticas
Tiene aplicaciones infinitas. Es el equivalente verbal de quitarle el control remoto a alguien que no sabe cambiar de canal. Entre sus usos más comunes están:
- Ensamblar muebles de IKEA cuando el otro no distingue un tornillo de una tuerca.
- Explicar algo por tercera vez a alguien que ni siquiera escucha.
- Responder correos que comienzan con "Con todo respeto, no entendí nada de lo que me pediste."
- Cortar fruta porque alguien más tarda 20 minutos para pelar una naranja.
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