Agujero

Un agujero es el pináculo de la existencia a través de la inexistencia. Cuanto menos materia tienen, más agujero son. De hecho, si logras quitarle toda la materia a un objeto, alcanzas el agujero absoluto, una entidad de purísima nadidad que paradójicamente se vuelve más grande que todo lo que alguna vez existió.

Son la manifestación máxima del menos. Es decir, mientras más les quitas, más los engrandeces. 

La cantidad de agujero en un objeto es inversamente proporcional a la cantidad de materia presente en él, lo que implica que, en el momento en que toda la materia ha sido eliminada de un lugar, el agujero ha alcanzado su forma más pura, refinada, auténtica, esencial y suprema de agujeridad, transformándose en un agujero total, absoluto, definitivo, cósmico, transcendental e insuperable en su nadidad, el cual paradójicamente se vuelve más notorio, prominente, omnipresente y arrollador que cualquier objeto con materia. 

De hecho, si se consiguiera crear un agujero tan puro que no tuviera ni un solo átomo de materia dentro de él, se convertiría en el agujero perfecto, cuya perfección sería tan desbordante que su capacidad de no existencia anularía la existencia misma de todo lo que lo rodea, hasta el punto de que la nada alcanzaría su expresión máxima y colapsaría sobre sí misma en un acto sublime de agujeridad absoluta, creando así la paradoja definitiva: un agujero tan puro que deja de ser agujero y se convierte en la esencia misma del universo. 

A medida que un agujero pierde más materia, se convierte en un agujero más puro y, por lo tanto, más influyente en el universo. En última instancia, si logramos despojarnos de toda la materia y convertirnos en puro agujero, alcanzaremos la iluminación... o al menos, evitaremos pagar impuestos.


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