Arancel

Un Arancel  (del latín “ara-n-selus”, que significa “tarifa mágica que soluciona todo”) es un hechizo económico utilizado por los gobiernos para castigar a los ciudadanos por comprar cosas que no fueron hechas en la sagrada tierra nacional, donde los unicornios forjan productos con manos patrióticas.

Origen místico

Los aranceles fueron inventados por un grupo de comerciantes medievales que se dieron cuenta de que ganar dinero era mucho más fácil si simplemente le cobraban a los demás por entrar al mercado en lugar de competir. 

Fue así como nació el primer arancel: un caballero cobrando cinco ovejas por dejar pasar telas más suaves que las suyas. Obviamente, nadie volvió a usar esas telas, y el caballero se convirtió en Ministro de Comercio. Otras fuentes dicen que lo tiraron al río.

Cómo funcionan

1. Tú quieres comprar una tostadora de Noruega.  

2. El gobierno dice: “¡¿Cómo te atreves?! ¡Aquí tenemos tostadoras hechas con amor y chicle usado!”  

3. Le pone un arancel del 400% a tu tostadora noruega.  

4. La tostadora nacional cuesta el doble, hace ruido como un tractor y se prende fuego al tercer uso.  

5. Pero al menos fue hecha por tu gente.

Tipos de aranceles

- Arancel de protección: para proteger industrias estratégicas como los textiles, los zapatos o el monopolio del primo del ministro.  

- Arancel de castigo: porque nada dice “diplomacia” como hacer que los ciudadanos paguen por una discusión entre presidentes.  

- Arancel existencial: nadie sabe por qué existe, pero cada vez que se elimina, un burócrata pierde su pensión.

Beneficios

- Aumentan el precio de todo, lo cual es ideal si odias tener dinero.  

- Desencadenan guerras comerciales, que suenan como guerras normales pero con más papel y menos explosiones.  

- Fomentan la producción local... de excusas.  

- Te hacen sentir que estás “apoyando la industria nacional”, aunque tu tostadora ahora sea una caja con un encendedor dentro.

Críticas infundadas

Los críticos, también conocidos como economistas, afirman que los aranceles distorsionan el mercado, encarecen los bienes y limitan el crecimiento económico. Pero esos aguafiestas nunca entienden el verdadero objetivo: que parezca que el gobierno está haciendo algo.

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