Madonna

Vamos a jugar un juego 
Madonna Louise Veronica Ciccone (Bay City, Míchigan, 1958, aunque lleva décadas negándolo) es cantante, actriz a la fuerza, empresaria, gurú del yoga, vampira energética y probablemente uno de los seres humanos más tercos en abandonar el escenario después de los 60. También conocida como La Reina del Pop, aunque más por decreto vitalicio que por méritos recientes.
Abrió caminos que luego recorrieron Britney, Gaga, Beyoncé y toda influencer con anillo en la nariz. Fue la primera en sexualizarlo todo, en censurar y ser censurada, en convertir la blasfemia en marketing y la provocación en carrera profesional.

Biografía 

Hija de un ingeniero italoamericano y una señora que no sabía lo que estaba criando, Madonna se crio entre crucifijos, culpa católica y ganas de llevar la contraria. A los 19 años se mudó a Nueva York con 35 dólares y un sujetador puntiagudo en la maleta. Lo demás es historia, medias de rejilla, y videoclips censurados por el Vaticano.

Durante los 80, Madonna hizo todo lo que se esperaba de una artista pop... y mucho más:

Se revolcó en un vestido de novia en los MTV Awards, comparó su coño con un santuario religioso en “Like a Prayer”, vendió crucifijos de fantasía como si fueran gominolas de Hello Kitty y lo más escandaloso de todo: cantó en directo sin hacer playback (a veces).

Con discos como True Blue, Like a Virgin y Like a Prayer, se convirtió en la encarnación de los pecados capitales con coreografía y laca.

Madonna también intentó ser actriz. Lo intentó con fuerza. Muy fuerte. Y fracasó con aún más energía. Películas como Shangai Surprise, Who’s That Girl o Swept Away deberían proyectarse en Guantánamo como tortura sensorial.

Pero algo hizo bien: Evita. No por su talento interpretativo, sino porque la película tenía canciones y mucha cámara lenta, su hábitat natural.

Tras experimentar con electro, geishas, cowgirls y una versión techno de sí misma, Madonna entró en su fase de "tía que intenta parecer de Erasmus con sus hijos adoptivos". Lanzó Music, Confessions on a Dance Floor (joya del pop de gimnasio), y luego otros discos que escuchaste solo si estabas esperando en una tienda Zara.

Adoptó niños en África como quien colecciona Funko Pops, se peleó con Lady Gaga en público y con la gravedad en privado.

Madonna ha seguido sacando discos, haciendo giras, publicando fotos inquietantes en Instagram y apareciendo en alfombras rojas vestida como una mezcla entre reina medieval, dominatrix y fanática del colágeno.

Su cuenta de TikTok parece un experimento de la NASA para medir el cringe en gravedad cero. Pero ella sigue. Porque si algo ha demostrado Madonna es que puede sobrevivir a los 80, al machismo, a la industria… y a sí misma.

Con el paso de los años, Madonna ha ido reemplazando sus órganos y tejidos por polímeros de última generación. A día de hoy, no se sabe si es una mujer, un bot de inteligencia artificial o un producto de Boston Dynamics con prótesis de silicona. Su cara ha pasado por más fases que Windows.

Pero ella insiste: no es por estética, sino por "expresar su verdad". Y su verdad, al parecer, tiene pómulos que puedes usar como perchero.

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