Manel Navarro

Manel Navarro es un cantante de Chiken-pop, un género creado por él en un país en donde triunfa lo mediocre y lo trifásico.

Hijo de una dependienta de El corte inglés y un reponedor de LIDL.
Al principio quiso labrarse un futuro en la industria avícola, pero no funcionó porque ya había otro gallo en el mismo corral.

Por lo que se ve, ganó un concurso infantil musical y en menos que canta un gallo estuvo conviviendo con gallos en busca de El gallo perfecto.

En 2017, unos señores que paseaban por la calle que elegían a los peores cantantes, lo eligieron para que fuese el representante español en Eurovisión.

Se hizo un paripé para hacer que todo era legal.
Previamente hizo un contrato con Xavi Martínez para ponerle en la radio y vender y demás. Eso y que además de que formó parte del jurado, la hija de una directora de TVE trabajaba en su discográfica.

Sospechosamente, los votos de Virginia, al igual que los suyos, dejaban en un pésimo lugar a Mirela, a pesar de haberse marcado una de las mejores actuaciones de la gala.
Su elección olía de lejos a gallinero chamusquina.

Su actuación en Eurovisión fue desastrosa. Su gallo superó El Poyeya o La noche es patamí de Soraya y  su noche eurovisiva se saldó con una lapidación pública en toda regla. Su canción únicamente obtuvo cinco puntos (todos de Portugal).

Obtuvo el peor resultado de España en este siglo XXI. Tras esto, tiró todos sus cereales Kellogs a la basura. Xavi Martínez le dejó tirado y le puso a parir públicamente. Además de corrupto fue un falso.

Desde entonces ha dedicado su vida a limpiar su imagen e intentar hacer borrar de la memoria el gallo del festival ese del que usted me habla. Va a sacar un disco que según el resultado decidirá si sigue cantando o se dedica a la cria de pollos.

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