Eduardo Garzón
Soy tonto. Y en mi casa lo saben |
Es el hermano (aún) más tonto de Alberto Garzón y la clara prueba de que en España hasta un subnormal puede sacarse la carrera de Economía.
De su mente nacen soluciones milagrosas a problemas complejos que solo se las creen podemitas y retrasados mentales. Su único mérito es ser hermano de quien es. Sin eso, es un soplapollas rojeras más que dice gilipolleces por Twitter.
Según él, obtuvo doce matrículas de honor en su licenciatura de Economía y cinco en el máster de Economía Internacional de la Universidad Complutense de Madrid.
Seguramente esos títulos tengan el mismo valor que los másters de Pablo Casado o Cifuentes y menos que el doctorado de Pedro Sánchez.
Su carrera laboral es gracias a los enchufes. Dos en poco más de año y medio.
El primero en 2014 colocado como asistente de otro eurodiputado de IU. Fue entonces cuando saltó a la fama al dejar en shock a una alta funcionaria de la Comisión europea con su máquina de imprimir billetes. Y eso que no le contó su plan de hacer funcionarios a dos millones de inmigrantes ilegales, que si no la mata de una embolia pensando en para qué cojones había estudiado una carrera si en España las rifan en las tómbolas.
El segundo fue en 2016 en un nuevo dedazo de Ahora Madrid, que lo contrata como asesor.
A Manuela Carmena le entraron las prisas con el Plan Económico Financiero y él no pudo soportar trabajar para hacerlo y su impresora no tenía tinta.
Carmena lo echó y lo sustituyó por un ficus y mejoró la economía de Madrid un 40%. Él perdió su sueldo público de 52.000 euros al año por una labor que consistió esencialmente en tocarse los cojones a dos manos.
Pero claro, no fue problema, ya que empezó imprimirse sus propias nóminas y sus propios billetes.
Desde entonces, se dedica a la vida contemplativa y a tener ideas como nacionalizar hoteles y restaurantes en Canarias para acabar con el paro de Canarias, que los aviones se caen por nosequé gilipollez del capitalismo y cosas así.
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