José Luís Martínez Almeida

¿Ola wapa, que tal?
José Luís Martínez Almeida, más conocido como Carapolla o Dickface, es un político poco o nada agraciado, enano, con cara de secuestrador de niños y una dentadura de tiranosaurio.

Un nuncafollista que no pilla cacho ni siendo alcalde de una ciudad como Madrid. Le ha tirado la caña a Esther Ruíz, la número 2 de Ciudadanos, pero antes se lo monta con Ozito lo prefiere como amigo. Con Ayuso no lo ha intentado, ya que tiene miedo a que lo reviente por dentro. Bea Fanjul lo tiene de pagafantas y poco más.

No habiendo manera, cada día va a casa y se hace tocamientos impuros a la salud de Begoña Villacís y viendo vídeos de Little Caprice.

Eso sí, será fascista, pero sabe gobernar y gran parte de lo que gana, lo dona para salvar el Amazonas a la catedral de Notre Dame.

Biografía

Nació en el año I después de Franco en el seno de una familia humilde. Tanto, que en vez de agua, tenían que ducharse con champán y alimentarse de caviar iraní.

En el colegio era víctima de palizas de abusones y comía collejas lo que no está escrito. Aún así, sobrevivió.

Intentó jugar en las categorías inferiores del Atlético de Madrid, pero siempre resultaba alguien herido de balonazo. Lo extraño es que nunca fue ningún compañero o rival, siempre era gente de fuera. Un niño en la grada, una embarazada que estaba en un aparcamiento o incluso un cura que ni estaba cerca del campo de fútbol.

Viendo que de futbolista no iba a hacer carrera, se buscó un trabajillo de limpiador de graffitis, pero se le daba aún peor.

De bailarín tampoco le fue bien, debido a su arritmia locomotora. Mucho menos de patinador.

Juventud

Pasó los mejores años de su juventud estudiando como una rata de biblioteca para sacarse las oposiciones y cuando por fin salió a la calle, vio que se le había pasado el arroz y no tenía ninguna experiencia con mujeres.

Durante un tiempo no fue problema, pero todo cambió cuando su madre lo pilló restregándosela con la almohada y con lo de La Paja y dos vasos de agua.

Entonces fue cuando le obligaron a salir más. Estuvo de pagafantas de una tipa que nunca le hizo ni puto caso.

Se metió en política pensando que se iba a ser un vividor follador y se iba a hartar a follar.

Carrera política

Tras un periplo en el que su cometido era traerle el café a Esperanza Aguirre, en 2015 lo metió de número 3 en 2015 por la CAM.
Su salto a la fama fue en 2019, cuando Pablo FraCasado lo eligió para sacar de la Alcadia a Tutankarmena, una viejecita que ponía millones de multas por entrar en zonas APR, jodía el tráfico por joder, sin ofrecer alternativas viables, marginalizar Madrid, malversar cientos de millones en paletoprogresismo feminazismo y demás, comprar pisos a seres de luz.

Consiguió hacerlo bajo la promesa de eliminar Madrid Central, cosa que cumplió. Bueno, le cambió el nombre. Lo que si mantuvo el nombre fueron los de las multas.

Obtuvo 15 concejales, que seguramente poco les pareció, pero unidos a los de Vox y Ciudadanos logró el sueño de su vida, follarse una chortina ser alcalde.

Sacó el Mojo para gobernar Madrid y la maquinaria podemita estaba en funcionamiento para ver si podían sacarle trapos sucios, pero como no encontraron nada, tiraron de insulto fácil e infantil llamándolo “cara polla”.
Lejos de funcionar, él se reía en sus caras ganando cada día más respeto y apoyo.
No pasaba una semana sin que fuese la diana de alguna de las mofas de los palmeros izquierdistas de Twitter.

Pero con la plandemia pandemia todo cambió. Mientras los demás daban palos de ciegos y con puño de hierro, él supo manejar el asunto con proporcionalidad. Desde entonces gana elecciones con la carapolla.

La única pega es que tiene una orden de alejamiento de cualquier elemento esférico, ya que cada vez que está cerca de uno, alguien resulta herido.

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