Don Pimpón
No se sabía que criatura era pero era sorprendente que a nadie del pueblo le acojonase |
A principios de 80, cuando acababa de regresar de una visita a su buen amigo el maharajá de Kapurthala, decidió instalarse durante un tiempo en Barrio Sésamo. Poco se sabe de su vida privada, y tan celoso de su vida íntima, llegó a ser víctima de un complot en el que incluso se ponía en duda su sexualidad. Pero un día, harto de la movida madrileña y de que los niños le persiguieran por el bosque y se escondieran tras los árboles, decidió buscar nuevos horizontes en su carrera y se mudó a un piso en Lavapiés donde invitaba a sus amigos a consumir exóticas drogas las cuales le proporcionaba su amigo de Kapurthala. Con el tiempo fue víctima de la depresión que le convirtió en un adicto al prozac. Una semana después ya mezclaba anfetaminas con horchata para mantenerse despierto.
Tuvieron que internarlo en un manicomio para dexintoxicarse, aunque los familiares cuando les preguntaban por su paradero aseguraban que estaba visitando una vez más al maharajá de Kapurthala, pero en realidad pasaba su infierno particular en una clínica de rehabilitación de Proyecto Hombre.
Para sacar algo de pasta, escribió un libro sobre el rollo entre Chema y Ana, el cáncer de Julián, la adicción a las drogas de Ruth o las sesiones de sodomía a las que Antonio sometía a Matilde en la horchatería, el cual fue un best seller.
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