Marina Castaño
Tienes que tener más o menos los mismos yates o más para casarte con ella |
Del primer matrimonio con un tal José Luis Fernández poco o nada se sabe. Donde dio el braguetazo y se hizo famosa fue por el segundo, que fue con Camilo José Cela treinta años mayor que ella. Quedó claro desde el principio que aquello era por amor y no por el interés. Por aquella época aumentaron las visitas a los psiquiatras por una oleada de pesadillas relacionadas con una señora encima de un viejo y mantequilla.
El caso es que el viejo escritor se divorcia de su vieja y arrugada mujer y dio la espalda a su único hijo. Dejó a su primera mujer sin pensión para pagarle los caprichitos a ella. Luego Marina Perpetró (o le perpetraron) alguna que otra novelucha o algo así. Hasta tuvo la osadía de decir que Camilo José le había dicho que era un trabajo digno.
Pero se le acabó el chollo y el viejo murió, aunque la tristeza se le pasó con la suculenta herencia que le dejó. El hijo de Cela presentó una reclamación testamentaria tras ser marginado por su propio padre de la herencia que le correspondía. La justicia le acabó dando la razón diez años y condenó a Marina Castaño, heredera universal a desembolsar alrededor de cinco millones de euros. Además fue denunciada por malversación de fondos públicos, apropiación indebida y fraude.
Cuando se le acabaron los millones de la herencia se tuvo que buscar otro. El tercer pringao fue Enrique Puras, un médico con mucha pasta. Pero por deseo póstumo del escritor, perderá el título de marquesa y de la presidencia del Patronato del Nobel. Para este matrimonio no le puso mucha imaginación a la boda y la calcó de la que tuvo con Cela.
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