Raquel Martos
Se me acaba de ocurrir algo gracioso... ah no, que es un pedo |
Todo ello empezó en la radio en el programa No somos nadie, de Pablo Motos. Desde entonces, Pablo es su clavo ardiendo. Desde el estreno de El hormiguero, no es más que una comparsa de Pablo Motos. No tiene nada de gracia. Han intentado meterla en secciones y encajarla como sea, pero la pobre no sirve para nada.
Pocos conocen la terrorífica verdad de su oscuro pasado. Ella es un cambiante creada antes de la formación del universo en un lugar llamado macrocosmos. La apariencia que adopta con más frecuencia es la conocida. En su guarida subterránea toma una monstruosa forma similar a la de Carmen de Mairena. Llegó a nuestro mundo en forma de meteorito. Cuando Pablo Motos nació, empezó a zamparse a personas sin echarle sal y cuando se come seis, se echa una siesta de dos meses. Este ciclo se acabó cuando Pablo la contrató en la radio, para así tenerle entretenida y se olvide un poco de matar, que hoy en día está muy mal visto.
Para matar el tiempo escribió un libro llamado Los besos no se gastan, una trepidante novela que centra su argumento en la amistad de dos niñas que tiene como telón de fondo la España setentera en la que se contaba con dos cadenas de televisión, casi siempre en blanco y negro. Esa época en la que para vivir una aventura sólo había que bajar a la calle con el bocadillo. Para echarse a temblar.
Hoy en día trabaja en la radio con la feminazi Julia Otero.
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