Francesco Schettino

Madre mía, la he liado parda
Francesco Schettino es un capitán de barco, conocido por ser el que cambió la ley no escrita que reza que "el capitán debe ser el último en abandonar el barco" por la de "mariquita el último que se quede".

Un día, se iba a comer una chocolatina y dentro había un premio, un cursillo de capitán de barco impartido por Remedios Cervantes.
En estas clases aprendió que el Capitán, niños y mujeres van primero en caso de emergencia. Pronto iniciaría su trayectoria de hundidor de cruceros.

En 2010 chocó con otra embarcación al intentar atracar en un puerto alemán. El capitán se justificó en una carta, alegando que "no conocía el límite de velocidad que no había recibido notificación alguna de infracción por parte de las autoridades competentes y que era su primerito día".

Saltó a la fama en 2012, cuando hundió todo un crucero del Costa Concordia cuando se acercó demasiado a la costa para saludar a un amigo de la mili. El crucero encalló frente a la isla de Giglio tras golpear una roca y murieron 25 personas y otras siete desaparecidas, pero lo peor de todo fue lo sufrido por Schettino que se mojó y todo.

Esto fue provocado porque no tenía gafas y se estaba zumbando a una moldava en el camarote.

Dejó al primer oficial que mirase el radar para evaluar la ruta. Luego, sin avisar ni y saliendo de la nada, apareció una isla entera en medio del camino y la isla chocó contra el barco. El primer oficial iba a girar para la izquierda, pero Schettino tuvo un impulso como su mentora y giró hacia las piedras.

¿Dónde va capitán?
Aún quedan mujeres en el barco.
 -Sí, pa'follar estoy yo ahora
La mala suerte se alió con el intrépido capitán y del golpe salió por un ojo de buey, en el cual había un chaleco salvavidas, el cual se enfundó sobre él y al atravesar el mismo, cayó involuntariamente sobre un bote salvavidas. Sin querer, con el codo le dio al motor, se giró y la lancha puso rumbo a la playa.

Pero sus desgracias continuarían. Ya en tierra, un taxista lo secuestró y lo llevó a un hotel de cinco estrellas en contra de su voluntad. Allí vivió momentos angustiosos, ya que en el minibar solo había cinco botellas de alcohol.

El susto lo desequilibró y cayó en un jacuzzi de burbujas, y accidentalmente se abrió una botella de champán.
Cuando lo llamaron de la capitanía, el pobre tuvo que fingir que aun seguía en el barco. Le mandaron volver, pero alegó que era muy tarde y que estaba muy lejos, que de todas formas lo que sobraba allí era gente.

Se le acusó injustamente de abandonar a los pasajeros y dejarlos desatendidos. Esto es rotundamente falso, ya que en el barco aun se encontraba Hermenigildo, el socorrista de la piscina, al cual le avalaban 6 meses de experiencia laboral y capaz de encargarse de 4000 personas sin problemas. Coordinó perfectamente toda la evacuación, evitando que los pasajeros se tiraran al mar haciendo la bomba.

El juez le condenó a ir a su cuarto sin salir a jugar y Flipper que ni se dignó a paracer por allí, quedó libre sin cargos. Schettino pasará a la historia de la humanidad como uno de sus cobardes más célebres y su carrera está más que hundida. Con el tiempo, se dio cuenta de que la había liado parda y pidió perdón, que se había equivocado, que no volvería a suceder más. Estaba distraido mirando la luna.

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