Rafael Amargo

De mi casa nadie salió con
Más droga que la que entró 
Jesús Rafael García Hernández es un bailarín, más conocido  como Rafael Amargo, es un coreógrafo español, experto en organizar carnavales y distribuidor de azúcar Glass.

No es solo un bailaor. Es un concepto, una experiencia interdimensional, y un ejemplo vivo de que en España puedes ser arrestado por una banda de estupefacientes y acabar presentando obra en el Teatro Español al mes siguiente. La cárcel lo ronda, la prensa lo persigue, la realidad lo ignora. Pero él baila.

Biografía 

Desde pequeño demostró un amor desmedido por el movimiento. No caminaba: bailaba hacia el recreo. 
Con 8 años entró en su primera academia de flamenco. Con 9, ya lo habían expulsado por exceso de pasión y uso indebido de polainas. Más tarde emigró a Nueva York para estudiar danza contemporánea con profesores con nombres de Pokémon raros.

Allí aprendió que el flamenco también podía doler en inglés. 

Carrera artística

 Amargo fue pionero del concepto “espectáculo sin sentido aparente pero lleno de alma”. Su primer éxito fue “Amargo, que viene”, seguido por “Poeta en Nueva York” y el inolvidable “Dionisio se va de after”. 

Su estilo combina flamenco, expresión corporal, artes marciales, filosofía de bar y un poco de yoga involuntario. El resultado es un arte escénico que solo entienden: Él. Algún crítico cultural que va hasta arriba de Almax. Y una señora de Cuenca que lo vio por la 2 y aún no se ha recuperado.

En 2020, la policía entra en escena. Se le detiene acusado de estar al frente de una red criminal dedicada al tráfico de sustancias, algo así como “Breaking Bad Edition Tablao Deluxe”. Encontraron móviles con mensajes sospechosos (“te traigo la mercancía, ¡olé!”). Unos gramos de algo que no era exactamente sal para el gazpacho. Mucho, mucho misterio. 

El fiscal pidió prisión. Amargo pidió “un poco de respeto y una caña”. 

Cómo se libró de la cárcel es uno de los grandes enigmas españoles (el origen del dinero de Tamara Falcó o por qué la paella lleva guisantes en Madrid,  pero no tanto como su absolución.

Según testigos, El juez entró escéptico y salió emocionado tras ver la declaración bailada en compás de 12. Su abogado hizo una defensa flamenca en do menor. O, simplemente, tras cinco meses como investigado salió de la cárcel amenazando a Pedro Sánchez y El Begoño con lo del asunto de las saunas. Si no sabes qué, pregúntale a Mohamed VI.

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